MANIFESTO-espacio



EL ESPÍRITU DEL RETO
CRACK RODRÍGUEZ





Fotografía: MANIFESTO-espacio


Un reto es siempre un desafío, una provocación directa a algo que se tiene frente. Para el artista Crack Rodríguez, eso que está frente a él es un cúmulo de simbologías impuestas que representan sistemas de poder no solo obsoletos, sino amenazantes y absurdos. Estos sistemas pueden ser desde un modelo de educación retrógrado, un gobierno intimidante y corrupto y la amnesia de una memoria histórica, hasta símbolos culturales conocidos y contrastantes como la religión, las ideas de comunidad, juego y popularidad. Cualquier cosa que esté aceptada sin cuestionarle, Crack la cuestiona en sus acciones y su práctica con un cierto tipo de parodia sarcástica y rebelde.

Planas, por ejemplo, es la acción de caer 100 veces de un pupitre, haciendo alusión a los mecanismos de repetición en los cuáles nuestros sistemas educativos se erigen. ¿Es más productivo aprender a caer repitiendo la caída o encontrando nuevas formas de caer? Esto es algo que podríamos preguntarnos sobre la naturaleza de los modelos de aprendizaje que no cuestionan sino solo repiten ciegamente. Además, la acción es de una insistencia permanente, de un esfuerzo agresivo autoimpuesto, justo como la idea del éxito.

Teorema de la desubicación presenta de nuevo el símbolo del pupitre escolar, esta vez fuera de su contexto. La apropiación de este escritorio se da en el marco de una protesta conmemorando la masacre de los estudiantes de la Universidad Nacional de El Salvador el 30 de julio de 1975 por soldados de la Fuerza Armada. En la primera parte, es el artista el que golpea el escritorio contra la calle, como si así pudiera demandar una respuesta o reclamarle a la historia con la misma ira desenfrenada que no deja morir la memoria. La acción de destruir este aparato impositivo y normalizante es también una provocación al mismo sistema, como un iconoclasta destruyendo una imagen sagrada.

Se trata de debatir al sistema, de retarlo, de recordarle que fue él el que causó dolor, pero que ahora quiere enseñar una historia que no cuenta lo que en verdad ha sucedido. Hay un discurso de ira, impotencia, inocencia, burla, malicia, rebelión, y protesta. Así el trabajo de Rodríguez utiliza simbologías conocidas y adoptadas para desafiar estas estructuras de poder, y ese es el espíritu del reto detrás de su trabajo, la constante provocación e incitación de llevar al límite estas estructuras y retarlas hasta que se revelen como absurdas. Al final del arcoíris es una pieza en la que el artista juega en el espacio público de una calle transitada de Tegucigalpa con un alambre de púas enrollado, pintado con los colores del arcoíris que simula ser un conocido juguete para niños. El artista al soltar el “juguete” en la calle también suelta cínicamente los contrarios de seguridad y recreación, de lo peligroso que es jugar con la seguridad o al revés, de la falsa idea que la seguridad del juego. Además, hacerlo en el espacio público, y leyendo la acción desde la trayectoria de Rodríguez, podríamos pensar también que este atentado se refiere a la imposibilidad del juego y la recreación en países como el nuestro, y como cualquier instante dedicado al ocio es también recordatorio de que el peligro y la amenaza se disfrazan.

Otras obras como Free Down y La Inclinación continúan la idea de la simbología, esta vez poniendo en tensión el cuerpo del artista y posturas que para la religión y la historia están cargadas de gran peso. La primera presenta al artista arrodillado durante dos horas en la Plaza Libertad de El Salvador rodeado de granos de maíz. Esta es una clara referencia a la idea medieval del castigo público, provocando humillación y dolor en un espectáculo público. Casi de manera inmediata, el maíz atrae a animales y personas y transforman el castigo del artista en un símbolo también del mendigo, del hambre y de los nulos límites que crea la desesperación.

La obra de Rodríguez se caracteriza por ser sus acciones gestos sencillos que pueden describirse en un solo verbo. Sus acciones son destruir, volcar, jugar, caer, y es suficiente para abrir una denuncia pública hacia situaciones más complejas, demostrando también lo precarias que son como instituciones. Esta es la idea también detrás de La Inclinación, acción en la que el artista se “crucifica” a un transporte de cabras que rodea un mercado. La idea del sacrificio, no solo en el plano religioso si no en relación al consumo animal, es un fuerte contraste que resultó en fuertes reacciones de los espectadores del lugar. La acción se realizó durante un Viernes Santo, por lo que también descontextualizaba y desacralizaba la idea de la espiritualidad cristiana, redefiniendo además la postura vertical de la religión a un plano más horizontal, con una relación más directa a lo material, como si fuera una relación mas negociable del posicionamiento de este credo.

Por último Afecto, es una serie de obstrucciones que el artista realiza en una silla de ruedas tratando de interrumpir obstrucciones ya hechas por el transporte público en una calle principal. Para Rodríguez, “la posición inclinada que sostiene hacia el bus es un acercamiento en un espacio de pausa impuesto que desestabiliza paradigmáticamente entre una forma agresiva y sutil el desarrollo de las economías”. Estar en una silla de ruedas coloca al artista en una postura vulnerable en relación a la maquinaria, un símbolo obvio que se abre a una metáfora.

Esta exposición es una pequeña revisión del trabajo del artista, puesta en escena en Guatemala para entablar diálogos reconocidos entre los mismos símbolos de los que Rodríguez se apropia con los que en Guatemala existen también en su imaginario. Para esto, la exposición continúa con la recreación de tres piezas del artista que complementan también la búsqueda incesante de nuevos sistemas a los cuáles retar, pues sus acciones son contestaciones a la historia con rebeldía, ya que su obra no es graciosa, sino un reto todo el tiempo.



Inauguración 22 / 02 / 2018





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CRACK RODRÍGUEZ (El Salvador, 1980) Vive y trabaja en El Salvador.

Crack Rodríguez, es artista y artivista. Es miembro de la productora de arte “The Fire Theory” y es parte del movimiento social “Los Siempre Sospechosos de Todo”.

Su práctica y acciones están intrínsecamente relacionadas al contexto social, político y de la cultura popular de El Salvador, desde donde construye fuertes lazos con el público que reacciona o participa como un catalizador que activa el contexto social al intentar desmitificar símbolos y narrativas contadas desde los sistemas de poder que su trabajo cuestiona.

Es beneficiario y participante del proyecto Landings, del curador Juan Duran y ha sido invitado como ponente al Creative Time Summit 2017 asociado a The Power Plant Art Gallery en Toronto, Canada. Ganador del Open Source Project Art Residence con The Fire Theory en 2017 en Brooklyn, Nueva York. También ha sido nominado al Emerging Artist Grant MISOL 2014 de la Fundación MISOL en Bogotá, Colombia. Y partició en The Zummer Akademy Paul Klee 2015, curado por Hassan Khan Berne, Suiza. Fue seleccionado para la residencia artística DESPINA 2016 “Art and Activism in Latin America” Rio de Janeiro, Brasil, y ha presentado su trabajo en múltiples exposiciones colectivas e individuales en Argentina, Austria, Belice, Brasil, Colombia, Cuba, El Salvador, España, Estados Unidos, Francia, Guatemala, Honduras, México, Noruega, Suiza, Taipei, entre otros.

http://crackrodriguez.com